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El nuevo dato del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de junio difundido por el Indec expuso una suba promedio del 1,6%, acumulando un 15,1% en lo que va del año. Mientras el gobierno celebra la desaceleración inflacionaria, la realidad muestra un escenario bien distinto para los trabajadores: los salarios siguen perdiendo frente a los precios, profundizando el ajuste.
Este fenómeno no ocurre por casualidad. La administración de Javier Milei sostiene un techo del 1% en paritarias, política que, acompañada por la complicidad de la dirigencia sindical tradicional, apunta a congelar sueldos, deteriorar el consumo y licuar el poder adquisitivo. Así, lejos de la promesa oficial de que la baja de la inflación permitiría una recuperación de los ingresos, los trabajadores sufren un recorte constante en su calidad de vida.
Techo paritario y subas en servicios esenciales: el golpe directo al bolsillo
La publicación del IPC también revela aumentos notables en rubros clave: Educación subió 3,7%, Vivienda y servicios básicos 3,4%, Recreación y Cultura 2,5% y Salud 2,2%. Estos incrementos impactan directamente en el gasto de las familias trabajadoras, que no pueden prescindir de pagar la luz, el gas o enviar a sus hijos al colegio.
Por su parte, la Canasta Básica Total de junio alcanzó $1.128.398, sin considerar el alquiler, mientras el salario promedio de los registrados (Ripte) en mayo fue de $1.428.661. Esto muestra que incluso en el sector más “estable”, los salarios apenas cubren las necesidades básicas. En actividades como Comercio, los ingresos iniciales rondan el millón de pesos, consolidando la realidad de salarios que ya son reconocidos como de pobreza.
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Crisis económica sin salida y avance del ajuste sobre la salud y educación
Todo este esquema de ajuste se sostiene en un plan económico frágil. La falta de divisas y la bicicleta financiera administrada por Caputo anticipan nuevas devaluaciones y posibles estallidos inflacionarios que volverán a golpear el bolsillo popular, sobre todo vía combustibles y tarifas.
Mientras tanto, el propio Estado nacional da el ejemplo aplicando recortes a sus trabajadores, con sueldos en caída que se traducen en menos recursos para hospitales, escuelas y servicios públicos. Esta situación ya generó reacciones, como la movilización del personal del Hospital Garrahan que el jueves 17 marchará a Plaza de Mayo contra el vaciamiento y el ajuste.
De cara al futuro, el plenario obrero nacional del 16 de agosto, impulsado por sectores combativos y el sindicalismo de base, debatirá cómo enfrentar este ataque que tiene al gobierno de Milei, a la burocracia sindical y a todo el arco patronal (desde peronistas hasta radicales) en la misma vereda.
Para que los salarios le ganen a la inflación, para proteger el trabajo y las condiciones laborales, será clave organizarse para derrotar esta ofensiva ajustadora que busca cargar la crisis sobre las espaldas de quienes viven de su salario.